Introducción.
1.
La Alemania de Hitler y los campos de concentración.
Alemania
había quedado destruída a raíz de la Primera Guerra Mundial. La joven República
alemana, nacida en 1918, tuvo que pagar los platos rotos mientras el káiser huía
hacia Holanda y dejaba atrás un ejército destrozado, enormes deudas de guerra,
y un orgullo nacional herido. Comenzaron los asesinatos políticos, violentas
campañas de calumnias que estimulaban los odios y los enfrentamientos...
En este
clima surgiría la figura de Adolf Hitler, quien fundaría el NSDAP y sería
nombrado canciller alemán en 1933. Ya desde ese año comenzaron las políticas
xenófobas [1](1); los
SA habían instalado campos de concentración en todas las ciudades de cierta
importancia, los cuales, a pesar de no ser oficiales aún, constituyen el
comienzo del universo concentracionario nazi.
En
agosto de 1934, tras la muerte de Hindemburg, Hitler asumió la presidencia en
Alemania, e inició un plan para excluir a los judíos; así, en 1935 se
dictaron las llamadas “Leyes de Nuremberg” para la protección de la sangre
y del honor alemanes, eliminando a los judíos de la nacionalidad alemana. Estas
medidas dieron lugar al auge de un arraigado antisemitismo popular que
desembocaría en pogromos como el de la “Noche de los cristales rotos” (9 de
noviembre de 1938), en el cual murieron 91 judíos y 26.000 fueron encarcelados.
Tras
la entrada en Viena en marzo del 38, comenzaron los arrestos y la expulsión de
la población judía de Austria. Y con esta incorporación de Austria a
Alemania, el principio de un nuevo campo de exterminio: Mauthausen.
Posteriormente,
el ejército alemán invadió Polonia – abriendo el campo de concentración de
Auschwitz-y en mayo de 1940,
Holanda y Bélgica; era la fase de la “guerra relámpago” de la Segunda
Guerra Mundial. Inmediatamente, comenzarían las medidas antijudías en Bélgica
y Holanda. Poco después, completaría su lista de conquistas con países como
Francia; y la de hombres en los campos con los españoles republicanos
combatientes en dicho país.
Es en
estos campos donde se pondría en marcha la temida “solución final”,
adoptada por los nazis tras la Conferencia de Wansee del 20 de enero de 1941,
que fijó la deportación y exterminio de millones de personas en cámaras de
gas y hornos crematorios
[1]
Según
las propias palabras de Hitler, “No
se trata de suprimir las diferencias entre los hombres sino, al contrario,
de hacerlas mayores y, como en todas las grandes culturas, hacer de ellas
una ley...” ( Noche y niebla. Los catalanes en los campos nazis. Montserrat
Roig).